EJEMPLO DE DISCRIMINACIÓN

 

Estimados compañeros y compañeras:

A continuación, me dispongo a exponer la discriminación sufrida por parte de un familiar cercano a mi persona y que desarrollaré a lo largo de los siguientes párrafos:

La provincia de la cual emano es Jaén. Se trata de una tierra, en la que la actividad económica predominante es la agricultura, concretamente, el laboreo del olivar y su fruto que es la aceituna, de la cuál luego se extrae el “oro líquido de esta provincia”, esto es, el aceite de oliva. Las familias de esta provincia sobreviven fundamentalmente gracias a esta actividad económica.

Recuerdo en perfectas condiciones, que fue una mañana del mes de diciembre del año 2013, en la localidad de Torredelcampo, donde tuvo lugar este episodio de discriminación.

Mi madre se levantó muy entusiasmada dicho día, puesto que iba a comenzar a trabajar de nuevo, después de un largo período de desempleo, como consecuencia del despido que sufrió en su anterior trabajo. El día de antes, su amiga le comentó que su marido, debido al gran número de hectáreas de olivares que poseía, necesitaría un grupo de trabajadores que le ayudasen a la recolección de la aceituna durante esa campaña. Mi madre, sin apenas pensárselo, se ofreció como una de las trabajadoras y su amiga le comentó que al día siguiente empezarían las labores del campo y que su marido la recogería a las ocho de la mañana en la calle principal de dicho municipio.

Eran las ocho de la mañana, cuando mi madre esperaba impaciente al coche que la viniese a recoger para de esta manera empezar su actividad laboral en el campo. De pronto, vio cómo se acercaba un coche, en el cuál rápidamente reconoció al conductor y este se bajó del mismo.  

Este señor le comentó a mi madre que lamentaba mucho que su mujer le hubiese comunicado la idea de que necesitaban trabajadores para las labores de la recogida de la aceituna y no le hubiese aclarado, que él solamente estaba interesado en trabajadores del sexo masculino y no quería a ninguna mujer trabajando con él. De esta forma, mi madre se quedó atónita y sin palabras, y este señor regresó a su coche, en cuyo interior, había 4 hombres, los cuáles eran los trabajadores seleccionados para trabajar en la recolección de la aceituna.

Claramente, podemos observar en este relato, que el colectivo discriminado son las mujeres.

Mi madre, regresó de nuevo a mi casa, entre sollozos y los sentimientos de tristeza le invadían. Ella no entendía el por qué había sido víctima de una discriminación directa y decidió llamar a su amiga, para que le diese una respuesta sobre el comportamiento que había mostrado su marido.

Su amiga, era desconocedora de la situación de discriminación que había proporcionado su marido, pero, en cierta manera justificó su actitud, puesto que ella le comentó que su marido piensa que la recogida de aceituna es un trabajo muy mecanizado y que requiere grandes esfuerzos, por lo cual el sexo femenino, al ser el sexo más débil, no es apto para el desarrollo de estos trabajos.

Lamentablemente, la discriminación narrada anteriormente, se produce de manera habitual entre las mujeres de esta provincia y con respecto al trabajo de la aceituna. Propongo, que para garantizar el principio de paridad entre ambos sexos en este trabajo, las inspecciones de trabajo traten de concienciar a los empresarios agricultores o incluso, las cooperativas proporcionen algún incentivo a estos empresarios para que contraten a mujeres.

Alumna INAP: María Dolores Arroyo Moral

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